viernes, 21 de septiembre de 2007

Allá, allá lejos

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


Luis Cernuda, Donde habite el olvido.

Unos de mis poemas favoritos y, ya que da nombre a este cuaderno de bitácora, tenía que ponerlo.


¿Cuántas veces no hemos querido evadirnos? Poder suspirar y que se vayan, al menos, un par de preocupaciones. Dormir por mucho que el viento no amaine. En cierto modo es egoísta pero, de otra forma, con 'problemillas' rondándonos, ¿en qué nos vamos a concentrar?

Una piedra sepultada entre ortigas que ni sienta ni padezca.

Ahora mismo no hay ningún 'objetivo', como yo digo. No hay unos ojos que quiera tener por horizonte el resto de mis días. Pero si aparece algo posible enseguida mi cabeza le dará vueltas. Es una pena (o eso creo) que mi cabeza sea muy dada a elucubrar.

No hay comentarios: