lunes, 14 de diciembre de 2015

Hacemos el balance...

Otoño. Ese momento en que una ráfaga de viento hace que decenas de hojas caigan de los árboles. Cuando parecía que aguantarían una semana más. O dos. Pero hay muchas cosas en el mundo caducas. Las que prevalecen, la mayoría, son intangibles.

Como el humo que se desprende de una taza de té con charla. Se va. Queda la taza. Dura, fría. Pero lo demás también queda de alguna manera. Caliente, a veces dulce, a veces amargo, suave o fuerte. Según los gustos. Y las charlas. Como las notas de los grupos de jazz del mercado de motores que flotan en la lejanía.

Quedan los abrazos. Las sonrisas. Sabes que los "hasta el año que viene" no son en balde. Volveremos a encontrarnos. Con caña y tapa, café o té o trivial de por medio. Los elementos que no varían somos nosotros. Esos árboles que podemos perder hojas, orientar nuestras ramas hacia el sol. Esos barcos que buscan su futuro en otros mares, que faenan otras zonas. Pero que vuelven a puerto de vez en cuando. Que están ahí. Estamos ahí.

Un año tiene 12 meses. 52 semanas. 365 días. O 366 si es bisiesto. Con 24 horas cada día. No es que no tengamos tiempo. Es que lo disponemos como buenamente podemos y damos prioridad a unas u otras cosas. Quizás esa llamada no debería esperar. Quizás esa obra de teatro que quieres ver no debas aplazarla. Habrá veces que no estarán todos los que quieres juntar, que de repente alguien tenga fiebre y no pueda ir. Que en dos días de fin de semana que visitas Madrid no te des cuenta de avisar a otro amigo. No porque no quieras, sino porque estás pendiente de todo un bosque.

Y le fallarás a algunos. Así es la vida. Porque haces planes y surgen cosas. O personas más bien. Igual que fallas, hay gente que te puede decepcionar. Que no está a la altura de lo que tú pensabas que era vuestra amistad. Porque la amistad no es cerrar bares y cantar a pleno pulmón en el karaoke. O no sólo es eso. La amistad es estar ahí en todo momento. En lo bueno y en lo malo.

Este 2015 no he estado en lo malo en una ocasión con una persona y siento que la he fallado. Y no basta con esperar hacerlo mejor en 2016. Hay que hacerlo. Es esa llamada. En cambio, una amiga apenas nos dejó participar -compartir, apoyar- en su mal momento de 2015. Así que no puedo decir que la haya fallado. Y como lo hemos hablado no considero haberlo hecho mal.

En cambio anoche me perdí una cena y un cumple por una persona. No, no: me lo perdí porque quise. Eso es lo quiero decir: disponemos del tiempo como queremos. Sé que habrá más cenas y más cumples, pero anoche quería dar una oportunidad a una persona.

Anochece y, tras dos horas de viaje en silencio, en el Blablacar más silencioso de mi vida en los dos años y tres meses que llevo usándolo, lo veo claro. Ya sé a quien mandarle la felicitación de Navidad de aldeas infantiles. Esa llamada. Y a quien faltó por fiebre. Aprovecharé para estar ahí. Y ofrecer mi mano, mi oreja, mis palabras, mi aliento, a quien me llegue al alma.

El conductor pregunta si hacemos una parada. Nos lee los labios: es sordo. Al inicio del viaje dijo que si necesitáramos algo que le tocásemos el hombro. Y no cualquiera: es el presidente de la Asociación de Sordos de Santander y Cantabria. La parada da para hablar largo y tendido. Si no fuera por el frío en mitad de la gasolinera de la nacional I seguiríamos allí. El copiloto, sordo también, llevaba dormido la mayor parte del tiempo. Venían de un torneo de pádel en Madrid. Y dormida parecía mi compañera de la parte de atrás del coche hasta hacía poco, que ha cogido el móvil. Es su primer blablacar nos dice en la parada.

Quedan 18 días de 2015. Un año lleno de experiencias y de personas. Como algunas que he conocido y muchas a las que he vuelto a ver. Como la de viajar sólo con mi madre 5 días. Muchas de las nuevas personas se han ganado un hueco en mis pensamientos. Por así decirlo, merecen una postal. Parece que la decena de aldeas infantiles me va a venir corta. Ha sido un año de oportunidades pues he vivido casi tanto en Santander como fuera (2 meses en Barcelona, 3 en Madrid) y he conocido a colegas y aprendido de ellos (Vall d'Hebron, Institut Català de Oncología, HM Sanchinarro, Ruber Internacional, otros), también en cursos y congresos y hecho compañeros, más que amigos.

Nos detenemos ahora. Pero seguiremos viaje. Que os vaya bonito.