jueves, 27 de noviembre de 2008

Tabú

Algo que no se puede decir. Sabemos todos lo que significa esa palabra. Dice la RAE: Condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar. Hoy, con el simple juego llamado Tabú, he dicho una de esas palabras que no debía.

No pasa nada si aún queda toda la partida. Pero se trataba de la última oportunidad para ganar. El equipo contrario estaba también a 3 palabras de la llegada. Y no se me olvidará este momento.

Sobre todo porque me añadí a un equipo ya consolidado con otros 2 o 3 torneos a sus espaldas, cambiándome por un jugador que esta vez no podía participar. Siento que les he fallado. Sé que como buenos amigos no piensan así y nunca pensarán echarme nada en cara. Simplemente recordarán que estuvimos a punto y que uno de nosotros falló.

Pero yo no. Me va a costar decirle al integrante por el que me cambié porqué perdimos en la final del Tabú. Se lo diré mañana. Ahora es tarde.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Tarde

No encuentro otro adjetivo para describir la acción de Gallardón y su equipo al cerrar 4 discotecas días después de la muerte del joven a manos del protero de una de esas discotecas.

¿Tiene que morir alguien para que otros reaccionen?
Es triste, pero la respuesta es .

Esto dice la noticia de El País: "El Ayuntamiento de Madrid ha clausurado en los dos últimos días cuatro bares de copas y discotecas de la capital que carecían de las medidas de seguridad y de las licencias para ejercer esa actividad." Y, un servidor, ingenuo como pocos, se pregunta, y ¿por qué no las habían cerrado antes? Si carecían de dichas medidas y licencias, ¿a qué esperaban?

Además, parece ser que la Policía había presentado numerosas denuncias contra algunos de estos locales. Y numerosas es decir poco. Sólo contra uno, 20 denuncias. ¿Qué pasa que la Policía denuncia sin razón y entonces no le hacen caso?

Otro aspecto es éste: "El Ayuntamiento de Madrid había ordenado la clausura y precinto de las instalaciones en enero de 2007". Y estamos en noviembre de 2008. Es decir, casi 2 años desde que decide la clausura de un local hasta que lo cierran. Y seguiría abierto si no fuera por la agresividad de sus porteros. Ésta también da para rato, pero lo que quería resaltar es que hace falta que pase algo para que las autoridades actúen.

Por ejemplo, ¿un edificio no es seguro en caso de mergencia? Pues hasta que no haya un incendio y se compruebe que era una ratonera no se hace nada. Y así nos va: con soluciones después del suceso que no debería haber pasado si se hubieran tomado antes las medidas oportunas.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Viajar y confiar

La mayor parte de las veces viajamos para conocer. Conocer un lugar, una persona, otra cultura, un sitio del que nos han hablado, un paisaje y un clima distintos al nuestro. En definitiva, para cambiar de aires, aunque sea por un tiempo definido y, en general, que resulta corto al final del viaje. También para conocer cómo vive otra persona en un situación nueva para ella (y también para nosotros).

Así pues, vaya por delante que viajamos por placer la mayor parte de las veces, puesto que descubrir cosas nuevas y tener curiosidad por ellas es humano. Bien es cierto que hay personas que deben viajar por trabajo. Pero aquí no me ocuparán más que este par de frases.

En el caso que me ocupa diré que conocí a mucha gente a un viaje organizado que duró 25 días. Tuve pues tiempo de disfrutar de ir conociendo gente afín a mí (o yo a ellos). Y, a la vez, tiempo suficiente para conocer bien a más gente. Sí, lo sé. Soy así de sociable y ya no tiene remedio.

Aquel viaje, en un país diferente, con otra cultura, otras raíces. En general, otra mentalidad, otra forma de entender la vida en definitiva. Y, no obstante, con personas (de aquel país o de la otra decena de países que íbamos, también diferentes entre sí) con inquietudes, intereses, actitudes, reacciones similares por y ante determinados aspectos.

Voy a acuñar el dicho: un viaje lleva a otro viaje. Aquel viaje me ha llevado a otro sitio al que ya había ido, pero en condiciones muy distintas (un congreso de estudiantes).

Pero no he viajado sólo yo. Quien me acogía, por su valentía y honradez (y en primer lugar consigo mismo), ha viajado también. Ha agarrado su curiosidad disfrazada de temor cubierta por un manto de inquietud y ha llegado adonde, tal vez (ni él lo sabrá) ha querido llegar.

Después de sincerarse consigo y confiar en mí como amigo y aliado, le pregunté "¿Quieres saciar tu curiosidad?" Nos miramos y sucedió. Enseguida me dí cuenta, incluso al plantear la pregunta, de que no debía ser así. Estaba jugando. Con él y conmigo. Y, después de unos segundos, dije: "No estoy seguro. Lo siento. Es culpa mía." Él dijo que lo sentía más él y yo insistí. Además, creo recordar que añadió, aparte de buenas noches, que ya sabía algo seguro.

Anteriormente le conté mi situación para que se relajara y diera algo más que no lograba poner en palabras. Que había un chico pero que no me emocionaba. Y otro con el que pensaba que no pasaría nada. Que puede que, simplemente, yo pensara demasiado. Y así pudo poner lo que le pasaba por la cabeza en palabras y sincerarse consigo.

No hay nada como tener a alguien con el que puedes hablar de todo. Incluso de inquietudes y miedos que ni siquiera te has dicho a tí mismo en voz alta. Nada como entender que esa persona te escucha y te comprende. Como saber que no espera nada a cambio y que un momento de sinceridad une más que muchas cañas. Que no espera ninguna ventaja y que te aconseja con toda su buena intención.

Las circunstancias logran muchas cosas. Pero alguien debe dar un paso para favorecer lo que busca o lo que cree que busca o espera encontrar si desplaza 'el centro de gravedad' de aquellas unos grados a babor o a estribor. Alguien debe arriar las velas y dejarse mecer por el viento o ir en su busca.

Si uno espera que le arrien las velas puede que nadie lo haga. O puede que lo haga cuando menos te lo esperes. Le pregunté a quien me acogía si había hecho o dicho algo que le hubiese hecho pensar 'de más'. Pero dijo que no. Simplemente era alguien en quien podía confiar y que no estaba ahí todos los días para recordarle su confesión con su presencia.

Hay viajes que unen. Y éste ha sido el segundo que nos ha unido.

sábado, 8 de noviembre de 2008

'Helado oscuro'


Qué grande es Alberto Montt.

Tiene unas viñetas muy buenas donde derrocha ingenio y gracia en todas ellas. Hay algunas que me encantan. Ésta me ha gustado especialmente, así que aquí la dejo. Para que alcance cada vez a más gente, puesto que me parece un artista estupendo.

Un abrazo para él, que me hace reír muchas veces.

sábado, 1 de noviembre de 2008

SEMINCI


SEmana INternacional de CIne de Valladolid.

Ningún año había visto tantos filmes y cortos com en esta edición. Gracias a los que me empujaron a un par de proyecciones y a un amigo que me recomendó 3 filmes de los que al final vi sólo uno, pero muy bueno (Adoration, me dejé Los reyes magos y Cerezos en flor).

Al final he visto cuatro proyecciones, pero ha dado para mucho. Por ejemplo:

- Comer empanada que me ofrecía en el estreno de LOS AÑOS DESNUDOS en el Teatro Calderón Candela Peña (genial en el filme). La película resulta agradable y original, transcurriendo de la comedia al drama con algunos ratos de comedia de nuevo. Pero no es imprescindible. Goya Toledo estupenda; Mar Flores, algo sosa.

- Cambiarme de sitio un par de veces en el Manhattan tras el corto TEK NOTALIK ADAM (El hombre de la nota) que precedía a la sorprendente, sabrosa y genial italo-brasileña ESTÈMAGO (mi favorita). El corto era original y da idea de lo que se aburre 'el de los platillos' en cualquier concierto.

- Disfrutar con 'los miedos' de 'El Mudo' y sus viajes, rutina o no, en EL FRASCO, donde consigue cambiar su forma de ser a fuerza de kilómetros. Antes, el gracioso corto THE 7 BROTHERS (Los 7 hermanos), acerca de cómo se supone que ideaban los cuentos Los Hermanos Grimm.

- Y acabar con una canadiense, ADORATION, con una historia y un reparto muy creíbles acerca del poder de las tecnologías, la búsqueda de identidad, el terrorismo y lo que la gente quiere creer. Tras el corto más brillante de los que he visto: LE NOEUD CRAVATE (El nudo de la corbata), donde un hombre recupera sus ganas de vivir a sus 40 años al redescubrir su acordeón.

Hasta el año que viene.