domingo, 24 de octubre de 2010

Un recuerdo

Una familia. Recuerdos.
Que con los buenos me quede.
De los míos, de los nuestros.
No haber estado presente.
La de un familiar, su duelo.

¿Quién imagina que un filme
pueda mostrar una escena,
la que mis padres aún viven,
aunque en la memoria sea;
y que las manos oprime?

Suena el teléfono. Ellos.
Corta ha sido la visita
pero sana en los aspectos
clave: cultura, comida.
Sólo un enfado pequeño.

Casa Manolo, buen vino.
Truco de magia en el griego.
Algo de cine por medio.
un Cubero ex profeso
tras el crêpe bien conocido.

lunes, 11 de octubre de 2010

Wind of change



I follow the Moskva
Down to Gorky Park
Listening to the wind of change
An August summer night
Soldiers passing by
Listening to the wind of change

The world is closing in
Did you ever think
That we could be so close, like brothers
The future's in the air
I can feel it everywhere
Blowing with the wind of change

Take me to the magic of the moment on a glory night
Where the children of tomorrow dream away
In the wind of change

Walking down the street
Distant memories
Are buried in the past forever

I fallow the Moskva
Down to Gorky Park
Listening to the wind of change

Take me to the magic of the moment on a glory night
Where the children of tomorrow share their dreams
With you and me
Take me to the magic of the moment on a glory night
Where the children of tomorrow dream away
In the wind of change

The wind of change blows straight
Into the face of time
Like a stormwind that will ring
The freedom bell for peace of mind
Let your balalaika sing
What my guitar wants to say

Take me to the magic of the moment on a glory night
Where the children of tomorrow share their dreams
With you and me
Take me to the magic of the moment n a glory night
Where the children of tomorrow dream away
In the wind of change



En 1990 soplaban vientos de cambio (que después cantó Medina Azahara) y una visita a Moscú del grupo alemán Scorpions parece que les marcó. En general, los cambios que no supongan una desgracia no son malos. Lo que pasa es que somos animales de costumbres y nos cuesta aceptarlos.

domingo, 10 de octubre de 2010

En común

La vida, como el cine (o éste como la vida) a menudo se repiten. Muchas veces no exactamente. La mayoría es sólo que una situación nos recuerda mucho a otras. Un paseo en bicicleta nos puede recordar otro, un helado que nos gotee por los dedos puede hacer que nos acordemos de aquel que se nos cayó por completo y así sucesivamente.

Pero en el cine, con todo lo que se ha hecho, siempre habrá algo que nos recuerde a otra película. Y más cuando el subsconsciente de los directores, productores, guionistas y actores revolotea por todo el estudio. El vestido de esa actriz, el coche de los malos, la banda sonora (dos ejemplos: http://bit.ly/c4Dlf7 y http://bit.ly/aY7YD0 ) y muchas cosas más. Pero, sobre todo, lo primero que uno aprecia es acerca de un argumento parecido.

Las tardes de los fines de semana son para tragarse el filme que pongan en televisión o para poco más. Así que me decidí por Bajo el sol de la Toscana, con Diane Lane y dirigida por Audrey Wells. Enseguida me di cuenta de que, tres años después, Ridley Scot había hecho algo así con Russell Crowe en Un buen año. Y, por supuesto, las comparaciones con el Come, reza, ama de Ryan Murphy fueron inevitables.

La protagonista de ésta, encarnada por Julia Roberts, recorre más países. Pero también ha sufrido un divorcio. En cambio, el experto en inversiones Max Skinner (Russell Crowe) simplemente debe ir a la Provenza para vender una casa donde pasaba los veranos de su infancia.

En cualquiera de los casos, el viaje resulta, de manera intencionada o no, una forma de buscarse a sí mismo y saber quiénes somos y qué queremos en la vida. Así como una forma de aprender a querernos como somos y a no intentar ser de otra forma. La otra gran lección es que se puede disfrutar la vida trabajando y no sólo en contadas ocasiones.

Me gusta viajar por conocer otros sitios, otra arquitectura, otra comida, hablar otro idioma, conocer otra cultura, ... otros puntos de vista, en definitiva. Creo que sé quién soy y, por ahora, no utilizo los viajes para huir de algo, si no para visitar a alguien y vivir un poco de su día a día allá donde esté o, simplemente, para compartir unos días con alguien conociendo un lugar nuevo para mí.

domingo, 3 de octubre de 2010

Nueva etapa II

Como decía, allá por junio, he comenzado una nueva etapa.

Estoy en un pisito a gusto conmigo mismo en una zona céntrica pero sin bares en mi calle y con vecinos de los que casi no me entero. Compro y cocino ya varios platos aunque no excesivamente elaborados, gracias a los sabios consejos veraniegos que anoté de boca de mis padres. Friego, limpio y tengo la casa ordenada. Veo lo que quiero en televisión y pongo la música que me apetece mientras me ducho. Ceno fuera si hay con quién o invito a quien quiera a un cafelito.

Pero hoy iba a poner la lavadora aprovechando para meter las prendas ahumadas del fin de semana. No ha habido suerte: parece ser que la lavadora Ansonic LAT-106 es un poco perezosa. No hay manera de que se encienda aunque el casero recuerda que está enchufada y que con el anterior inquilino funcionaba.

Además, me topo en internet con un par de opiniones más que desalentadoras. Ambas expresan que dan problemas, que los botones se bloquean, que a lo mejor desenchufarla y enchufarla al día siguiente hace que funcione, que tienen que lavar a mano, que es una marca extranjera y no hay recambios...

Espero que estas opiniones sean de alguien que vende otra marca y que, en realidad, no sea tan verídico. Porque, en caso contrario, esto promete. Lo bueno es que ya tengo un balde y no tendré que comprar uno.


[Alguna hora después]

Estaba bajado el fusible de la lavadora. Menos mal que me dio por abrir ese cajetín. Solucionado: ya está lavando.