viernes, 28 de septiembre de 2007

Sondeando de fiesta

Tres amigos de fiesta. Un chico y dos chicas. ¿Por qué narices si algún otro chico se dirige a al amigo-chico es para decirle que ‘ataque’? Para que elija y ofrezca una al otro. De acuerdo, se trata de sondear al que las acompaña para ver cómo está el patio. Pero, ¿es que no pueden dirigirse a ellas directamente?

En general, los chicos no bailan. Si acaso, se apoyan sobre un pie y luego sobre el otro con una copa o una cerveza en la mano. Pero, en general, ellas sí que bailan. Por ello la interacción resulta difícil. A no ser que un amigo de ellas ‘te guíe’.

Esos chicos miran al amigo-chico. Alzan las cejas. Sonríen. Éste no sabe si se trata de un saludo sin más. Pero entonces el primero dirige la vista hacia ellas. El amigo, entre divertido y expectante, pese a que aquel no tenga posibilidades; incita a ese chico a que actúe, a que se decida por alguna y les diga algo.

Quien no pregunta no sabe, decía una profesora que tuve hace tiempo. Cuando ellos preguntan lo que quieren es obtener vía libre y, alguna vez, puede que un aliado.

Personalmente, no me gustaría que me fueran infiel. Así que tampoco incito a nadie a que lo sea. Sin embargo, cuando les dices lo que hay: ambas con novio, o lo que sea; alguno insiste en que no debería ser un problema.

Es entonces cuando el amigo se pregunta, pues que tire el pa’lante. ¿Por qué sigue hablando conmigo? Luego se da cuenta de que podía haberlo resuelto de una forma más rápida. Si le hubiera dicho “soy gay” hubiera dejado de decirle que se liase con alguna. Quién sabe si realmente no se lo hubiera quitado de encima, jeje. No, seamos serios, en este caso no apuntaba maneras, como dice un amigo.

Queda dicho, que me dejan bailar a gusto. Y si quieren ligar con alguna amiga que se lo digan a ella.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Elegir

Se ha dicho mucho acerca de las elecciones que se nos presentan. Lo más cómodo es que otros decidan por nosotros. O que nos muestren pocas opciones y nos digan los pros y los contras de cada una de ellas. Pero para algo tenemos la cabeza (amén de para comernos el tarro de vez en cuando con otras cosas realmente más banales).

Otro aspecto a tener en cuenta es en función de qué seleccionamos la opción que sea. Para nosotros es obvio que será la mejor. O, al menos, la que mejor se acomode a nosotros.

En mi situación, primero pensé en el contenido de la optativa (aquella asignatura que debes escoger entre varias para cubrir un número de créditos y de la que pocos esperan sacar provecho en un futuro). Después pensé en las horas que suponía y cuándo (primer o segundo cuatrimestre, meses y días) y en la evaluación (por asistencia, trabajos, exámenes, ...).

La optativa que yo había elegido, recomendado por otros compañeros de cursos superiores; pintaba muy bien. Sí, “había elegido”: no he podido cogerla.

Lo peor de elegir es que cuando por fin te hayas decidido te digan que esa opción ya no está disponible. Por ejemplo si en una heladería hacen determinado sabor que te encanta pero un día se les acabó y te ves obligado a coger otro que no te entusiasma tanto. En mi caso, porque el número de alumnos había alcanzado el tope. Por eso siempre hay que tener un plan B.

Barajaba otras tres optativas. Y ahí, habiendo descartado una por el contenido; entre las otras dos, siento reconocerlo, fue decisivo que hubiera que hacer un trabajo en común. ¿Quién cogería esa optativa? ¿Alguien conocido? ¿Me costaría ponerme de acuerdo con otras 2 o 3 personas? ¿Y todo eso para aprobar? Y alguna pregunta más.

Un día después de matricularme, un profesor de la optativa con el trabajo en común manda un correo recordando que tiene una optativa y que cada vez se le da más importancia. Tarde. Pero quién sabe si otro año la cogeré.

Quién sabe si lloverá esta tarde.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Satisfacción

1. f. Alegría, placer, gusto: “su mayor satisfacción es ver crecer a sus hijos”.
2. Razón, acción o modo con que se repara una ofensa o un daño: “exige una satisfacción por los insultos recibidos”.
3. Cumplimiento de una necesidad, deseo, pasión, etc.: “la satisfacción de la sed se logra bebiendo”.

Hoy día, en mi caso, puede que sea más bien haber conseguido logros que sólo yo mismo con mi voluntad podía superar. Logros que hacen que se termine una parte de lo que hago para entrar de lleno en una segunda mitad. Eso sí, con el apoyo y la confianza de mi familia y amigos, con el que todo es algo más fácil.

Además, a pesar de algunas rencillas que me pillan en medio, todo marcha bien entre los amigos y amigas, así que no me quejo. La familia bien, gracias. Y no es el típico “bien, gracias”; si no que muy bien.

Si, además, unos amigos te visitan y se lo pasan pipa (y tú con ellos), entonces mejor que mejor.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Algunas casualidades

1. Una amiga tiene un novio. Y éste tiene una prima que ha sido compañera de mi hermano en el bachillerato.
2. Un amigo tiene una amiga. Y ésta conoce a una chica que es compañera mía de carrera.
3. Dos amigos que estudian en la misma ciudad que yo tienen un compañero de la misma ciudad que yo. Ese compañero tiene un amigo que tiene una novia. Y ésta conoce a otra amiga mía.

De acuerdo, nací en una ciudad que no llega a los 300.000 habitantes. Y estudio en otra de en torno a 320.000.

Sin embargo, la casualidad más reciente y la más increíble es dar con alguien que dice haber vivido en la misma manzana que tú hace tiempo. Y dar con esa persona por casualidad. Por buscar la letra de Toy Soldiers, de Martika; y de un blog pasar a otro.

Se ha dicho de todo de las comunicaciones y, sobre todo, de Internet. Pero una cosa es segura: pone en contacto personas de cualquier sitio del globo. Y esto confirma que incluso vecinos entre sí.

Pero, ¿alguna vez alguna casualidad puede querer decir algo? Toda la vida estamos conociendo gente con la que podemos tener más o menos afinidad. Y, si nos movemos un poco, estamos aumentando mucho las posibilidades de conectar con alguien.

Cuando, estando lejos de tu hogar, conoces a alguien de tu misma localidad; al tener algo en común, al tener un nexo que no tienes con los demás que conozcas lejos de tu hogar; se alcanza una empatía que puede predisponerte a actuar de cierta forma.

Al final, las casualidades dirán lo que nuestros actos digan. Intento hacer memoria y no creo que alguna casualidad me haya empujado a algo más que a un trato distinto alguna vez.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Allá, allá lejos

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


Luis Cernuda, Donde habite el olvido.

Unos de mis poemas favoritos y, ya que da nombre a este cuaderno de bitácora, tenía que ponerlo.


¿Cuántas veces no hemos querido evadirnos? Poder suspirar y que se vayan, al menos, un par de preocupaciones. Dormir por mucho que el viento no amaine. En cierto modo es egoísta pero, de otra forma, con 'problemillas' rondándonos, ¿en qué nos vamos a concentrar?

Una piedra sepultada entre ortigas que ni sienta ni padezca.

Ahora mismo no hay ningún 'objetivo', como yo digo. No hay unos ojos que quiera tener por horizonte el resto de mis días. Pero si aparece algo posible enseguida mi cabeza le dará vueltas. Es una pena (o eso creo) que mi cabeza sea muy dada a elucubrar.

Amabilidad habitual

"Cuanto más esperas y dejas para más tarde las cosas agradables que deberías hacer regularmente, más difícil es hacerlas, hasta que al final tienes que forzarte a ti mismo a ser agradable, a ser considerado, y no es fácil porque estás avergonzado de no haber hecho esas cosas fáciles y agradables de una forma natural. También la gente con la que eres amable temrina esperando tu amabilidad habitual. Eso es lo que ocurre, en una palabra."

Qué bien describe esta párrafo lo que suele pasar todos los días, todas las vidas. Somos como somos. Pero, ¿nos ven cómo somos? Es obvio que sólo ante algunos nos mostramos tal como somos. ¿O nos mostramos tal como queremos ser? Ya me estoy yendo por las ramas.

Lo principal de este párrafo es que me ayudó a ver una gran verdad: si acostumbramos a las personas (cercanas o no) a una forma de ser, luego se extrañarán si reaccionamos de una manera que no esperan ante cualquier hecho, por nimiedad que sea, si creen conocerte, aunque sea sólo un poco.

Por cierto, se trata de un fragmento de "Una historia en bicicleta", de Ron McLarty, que nació como novela a partir de un libro de autoayuda del mismo autor que tuvo gran éxito en EEUU.