domingo, 28 de octubre de 2007

Sueño teatro

Para la mayoría, entretenimiento. Habrá quien vaya asiduamente a representaciones con un nivel increíble. Ya me gustaría a mí. Aquí la oferta no es muy amplia que digamos y no estoy al día de lo que hay. Pero esa es otra historia.

Para otros, nada. El teatro, compartir unas emociones con unos personajes y sus historias, aunque sea como público; no significa nada. Para mí, asistir a una representación bien hecha es más que vivir un concierto extraordinario en primera fila. Pero esa es otra historia.

Para unos pocos, su vida. Ellos se introducen en la vida de multitud de personas y tienen la posibilidad de sentir con ellas. No sé si los envidio. Tal vez porque desconozco lo difícil que es abrirse un hueco. Sin embargo, imagino que debe ser sacrificado.

Llega una época del año en que me ronda por la cabeza las preguntas que a veces podemos hacernos: ¿y si hubiera hecho otra cosa? ¿y si me hubiera atrevido con lo que parece un sueño? ¿me vendría grande este traje?

Las respuestas no las sabré. Pero me contento pensando que lo que hago me gusta, y mucho. Y pensando que, en un futuro, me gustará ayudar a la gente en su día a día, de otra forma. No desde un escenario siendo alguien distinto cada temporada, siendo alguien desconocido para todos y conocido por los míos.

Me contentaré con ser alguien para quien me vea al otro lado de la mesa y con escucharle. Espero poder resolver el día a día de esas personas y ser alguien para ellos, aparte de para los míos.

viernes, 19 de octubre de 2007

Minutos paralizantes

Si fue a la fiesta no le vi.

Pero me lo pasé muy bien. Como siempre que salgo con gente tan estupenda como la que he encontrado aquí y me ha encontrado a mí aquí.

Eso, anoche, me bastó.


Un minuto decido que actúo.
Y al minuto siguiente pienso que mejor no.

Anoche alguien me dijo que fuera más discreto. Yo dije algo así como ‘qué más da’. Ése era un minuto dispuesto a actuar. Alguien se acerca por detrás y te tapa los ojos y te rodea, ¿qué haces? Pues pensar que es alguien conocido y seguirle la corriente.

Pero a continuación llega el momento de decir algo a alguien no tan conocido y, al mismo tiempo, el minuto en el que pienso mejor no. Son los 'minutos paralizantes'.


Seguro que esta noche tengo una compañía similar a la de anoche pero, ¿habrá ‘minutos paralizantes’? En ese caso, ¿cuándo? Estas y otras preguntas, puede que tengan respuestas. Y puede que las respuestas me gusten.

jueves, 18 de octubre de 2007

Fácil actuación

Parece fácil.

Pero no basta con una sonrisa. Una palabra. Un ‘hastaluego’. Un ‘¿qué patología era ésa?’

Habría bastado un ‘¿hoy iréis a la fiesta?’ Ni siquiera un ‘irás’ por no centrar la atención. Y eso que me digo que llamar la atención no me importa. Está claro que a la hora de la verdad sí.

Al menos a la hora de hacer ver algo a otras personas. Porque, confieso, he ‘medio bailado’, si se puede decir así, por la calle. Realmente se trataba de un pequeño ‘saltito’ de cuando en cuando llevando el ritmo de la canción. La música sale de mí, así que me resulta fácil. Pero esto da para otro día.

Volviendo al tema, si no hago que intuya la jugada que quiero llevar a cabo, cómo voy a conseguir algo. Si no señalo las cartas que quiero conseguir no vale de nada una sonrisa. Y, aunque intuya algo, puede que no lo tome más que por una impresión suya. Eso es, una impresión.

Dirá ‘ese chico parece simpático’. Y punto. Así no voy a ninguna parte.

Por otra parte, he dicho varias veces este mes que yo iba a estar muy tranquilo sentimentalmente hablando. Ser humanos es crearse expectativas. O al revés. Da igual. Viene a ser lo mismo. Pero no puedo basar algo que no es nada en expectativas. O lo dejo estar o actúo.

Actúo.

sábado, 6 de octubre de 2007

Lanzarse sin paracaídas

Encuentro fortuito.
Emoción intensa.
Ilusión vana.
Desvarío gratuito.
Palabras a raudales. Diálogo olvidado. Caras borrosas.
Palabras calladas.
Efusividad efímera.
Memoria recuperada.
Vergüenza perdida.

Coraje insuficiente.
Nada que perder. Salvo la aprensión al vacío:
El miedo a lanzarme sin paracaídas
y asfixiarme con la fuerte brisa.
A borrar un rato amable a cambio de un virtual beneficio.
Al riesgo.
A perder también: no poder repentizar,
ni improvisar, la falta de ingenio.
Además de inventar, invitar.
Si a alguna parte llegar quiero.
Si se tercia y si se dejan.

A ganar: confianza en uno mismo
para lograr lo que quiera ‘sin permiso’.
Para no arrepentirme por hablar sin inquirir
acerca de la vida ‘en común’ con algún semejante.
Por desatar mi lengua con bromas
pero no mi corazón con cosas serias.
Aunque sufra algo y a peor cambien las cosas.
Admirar más las estrellas próximas
y soñar con las lejanas sólo de noche.
Perder estas fortuitas ilusiones.