domingo, 6 de septiembre de 2015

Disipando la bruma

7 meses no son muchos. Pero si son intensos -aunque a distancia y viéndonos un fin de semana al mes- parece mucho. 3 meses no es nada. Ese tiempo pasó desde la ruptura hasta que escribí esto en vacaciones. Y todo porque en vacaciones uno se abstrae de la rutina y vienen recuerdos a la mente. Como cuando viaja y recuerda otros viajes. Ayer me pasó así: pasé el día en Segovia y recordé un día en Bérgamo. Sin el mismo sentimiento, está claro, pero con una pequeña parte. Así que he decidido compartir aquello que escribí en vacaciones, del 25 de julio al 10 de agosto de este año. Lo he llamado:

Disipando la bruma

Acaricio las palabras,
Entre espinas en mi boca,
Como quien soba la masa.
Delicado en la forma,
Siempre de sobra cuidada,
Con no poca parsimonia.

Con ahínco y aplomo, 
Con decisión y ternura 
Como si de fino lodo
Cuajado en suave tempura
Hablasen mis versos solos
Cuando compañía buscan.

Si un día caliento el horno
Y en la masa hay burbujas 
Soy precavido ante todo:
Aquellas, en la espuma,
Mas no en la rima asomo,
Que la afean, sin duda.
Y de canela, un poco,
De valentía la justa,
Van saliendo con asombro
Ideas que incluso asustan
Al más fiero de los lobos
En noches de llena luna.

Quien detenga un arroyo
Tal vez desate la lluvia.
Y, lo que es peor, a otros
Acaso eche la culpa
De su andar triste y loco
Por las ideas que barrunta.

De flaqueza habrá semanas.
Mas si puede la congoja,
Amigos con frías jarras
Nos evitan la zozobra:
Deben de apagar las llamas
Y gaznate o testa mojan.

Aquí me quito así el polvo
Cuando a la arena me tumban.
Ni descosido ni roto
De los golpes que sacudan.
Pues no me falta arrojo
Y andar de forma segura.
Donde vivimos, el coso,
Varía nuestra fortuna:
Ora palos, ora oros,
Según la estrella que luzca.
Así pues sonreíd todos
Y que disipéis las brumas.


Imagen: mis vistas en Santander.