jueves, 5 de octubre de 2017

El 10 de octubre hará 10 meses

Es difícil resumir una vida contigo, así que me quedaré con los momentos de los últimos años con una frase que me ha dicho Carlos: No son la cantidad de años que se vive, sino la felicidad con que se viven. Como me decía una compañera de Valdecilla: Ella estará con nosotros y vuestros triunfos.



Mi abuelo materno se murió de cáncer de pulmón cuando yo tenía 6 años. Al año, mi abuela materna. Y las causas no han fueron aclaradas. La hermana de mi madre falleció en 2010 tras superar un cáncer de endometrio pero no un cáncer de pulmón que se la llevó en poco más de un mes, al ser diagnosticado con metástasis múltiples (hepáticas, óseas, ...).

Y ahora le ha tocado a mi madre, tras superar una pancreatitis aguda litiásica el invierno de 2013/14 con sus dos meses y medio de UCI (4 en total de hospitalización en un viejo HUCA muy funcionante). Fue diagnosticada de leucemia aguda el 23 de mayo y, tras su quimio radical con buena respuesta, se infectó a los 8 días del trasplante de células madre, estando en aislamiento, por lo que aún no tenía defensas y la Pseudomona lo tuvo fácil.

Con 62 años. Y 60 los que tenía mi tía. Y otros tantos mis abuelos maternos. Mi tío se cuida. Esperamos superarlos todos por ellos.

Se ha ido una fuerte luchadora -hacía, en este último ingreso, unos 2 km al día de bici estática-, de gran sonrisa y vitalidad. Casi tan fuerte como Pablo (@srraez) cuyo curso de la enfermedad animaba a cualquiera. Y que también ha fallecido, tristemente.

Mi madre dio clase a tanta gente, tantos años, que mucho tiempo después la recuerdan con un cariño especial. Sobre todo alguno que encontraban los viernes que salían con mi tío Juan, el hermano de mi padre, y su mujer, mi madrina Julia, a tomar algo. La recordaremos siempre por su sonrisa. Esa es la imagen que me viene a la cabeza.

De la última semana me llevo haberla visto bien, que haya visto las luces de la calle Marqués de Larios, haberle mandado fotos con mis gafas nuevas. Y tantas, tantas cosas de estos 31 años que me ha dado.

"¿Qué te gusta más: Gijón o Málaga?" le decían, pues con 7 años mis abuelos emigraron al norte y veraneaba en la Costa del Sol. Y me recordaba cómo estudiaba Puri la farmacología en 'Sudardín' que decían los Delgado Sánchez por el calor en verano en Ciudad Jardín y lo que allí se sudaba.

Y a mi hermano y a mí nos tocó también estudiar en verano. Incluso no bajé a Málaga un año por concentrarme en Gijón. Pero no volví a hacer eso. Más me valía bajar y estudiar, aunque bajase más tarde a la playa, que a media tarde me ofreciera un polo, que le dijese cuándo subir el toldo, que estar solo como estuve y no disfrutar de su compañía ni del resto de la familia, como la de mi tía abuela Concha, una superviviente del clan Romero de la Cruz.

Ant
es de los sabamingos MIR recuerdo un concierto de Los Secretos por San Mateo al que mi madre vino conmigo y al que nos fue a buscar mi padre, poco amigo ya de las aglomeraciones. Jamás lo olvidaré. Ni sus bailes en casa con la música sonando también en el estudio.


Mucho antes del MIR me acompañaba al dentista a Oviedo, ¡y mira que fueron años yendo! Creo que por eso me cuesta volver a veces al dentista. Si fuera con ella estaría encantado. Aunque tendré que volver al aparato yo creo. Habrá que hacerlo como recuerdo.

Estando en el Colegio Mayor fue a Palencia con la Polifónica y conoció a amigos míos de la facultad. Incluso a uno del que otra del coro dijo si era su hijo. Y mi madre: no, no es éste, señalándome a mí. Ah pues te pareces al otro. Alberto y yo nos reíamos. Pero es cierto, todavía el otro día me dijo que soy el más parecido a mi padre. Es lo que tiene haberle visto desde los 16 años. Que ahora lo veía en mí.

Recuerdo el momento en que le dejé leer la obra Los árboles mueren de pie, subrayada en verde lo que decía mi personaje, Mauricio; y me dijo: ¿pero habla mucho no? Y es que el teatro me tiraba desde el colegio (desde aquella función en 5º de primaria que fui el señor invierno y me quedé en blanco). Obvio no podían venir al Colegio Mayor a ningún estreno. En cambio, allí fueron al tercer año a la imposición de becas e insignias, sabiendo que me hacía ilusión, a conocer a mi padrino Bruno y a mis ahijados (aunque sólo estaba por allí Ángel yo creo) y se fueron esa noche. También conocieron a algunas del femenino, como Isa e Inés. Aún no hacíamos tantas fotos, pero alguna hay.

En 2010, el junio que falleció mi tía, su hermana, mis padres confiaron en mí para elegir piso, que ya no era yo un chaval. Pero bajaron un fin de semana a ayudarme con la mudanza del Mayor e incluso recorrimos alguna calle cogiendo números de teléfono.

En mi graduación, al año siguiente, estábamos todos. E incluso disfrutamos de un paseo en el bus turístico a las 17h de un 18 de junio. Ojo con ir arriba y el sol castellano. Mi padre no aguantó y bajó a guarecerse con el aire acondicionado.

Y recuerdo las comidas. Dicen de una abuela. Pero con abuelos mayores e incluso fallecidos ya siendo yo pequeño, quedaban mis tíos abuelos para hacer de abuelos y mi madre para esos platos típicos. La comida de Irene estaba muy bien en aquellos domingos de MIR que ellos estaban en Málaga y me la hacía ella, pero como la de una madre ninguna. Últimamente especializados mis padres en la pizza (cuando mi padre no olvidaba la sal, de ahí me viene Esther, Leire jeje), de la que degustaron una semana negra de MIR Valle, Cris, Marta, Emilse, Noe...si mal no recuerdo.

"Esta ya la he visto" contaba que decía su padre. Y el otro día le hice yo la broma al adivinar en menos de un minuto la situación de uno de los protagonistas de la película de sobremesa. Aunque era fácil: muchas se parecen. Sobremesa, con 'nuestro' saber y ganar que a veces comentábamos por WhatsApp.

Cuando a Granada aún llegaba el tren, recuerdo que Yann Tiersen daba un concierto y yo quería ir. Era a los dos días del Confessions Tour en Madrid de Madonna que nos regaló mi hermano a mi hermana y a mí. Pues ni cortos ni perezosos, mis padres se plantaron en Granada, dimos un paseo, comimos bien (no recuerdo mala follá como otro día con Ziba) y al concierto. Fue un buen inicio de vacaciones pese al telonero. Madre mía. Demasiada psicodelia y estridencia para nosotros.

Al final, ha ganado Málaga estos últimos meses, pues desde finales de abril estaban aquí; pero la villa marinera de su tierra asturiana, era su hogar, es nuestro hogar.

Hace una semana mientras escribo esto. Y es como si no hubiera pasado el tiempo. Me sigo imaginando en ese tren cuando mi hermano me dio la noticia. Como si pudiera cambiar mi destino, el suyo, el de todos, a mi antojo, quizás bajándome antes.

Pero es inútil. Siempre pensaba que aunque Piper (Charmed) parase la acción (mi poder favorito por cierto), el tiempo continúa. Como así es.

Fuera llovía y, como si me diera pena despedirme de Málaga, las lágrimas corrieron por mis mejillas como las gotas de agua por la ventana del avión a mi izquierda. Málaga no será lo mismo otras veces, pero volveremos a ser felices en familia. Costará tiempo. Por lo pronto hasta el año que viene.



Hace 17 días hoy. Y una nochebuena más. Y va a mejor.
Era fuerte. Como pocas. Con ganas de vivir. De leer. Fijaos cuántas: le dije que había leído Octubre, Octubre y ella lo comenzó pero aunque no estaba segura de seguir bien las historias no quería dejarlo sin más. Y le dije que disfrutara de las descripciones, de cómo estaba escrito. Y lo hizo. Ella leyó al mismo tiempo que yo a Harry Potter. Me descubrió a Kurt Wallander. Quiero leer a Orhan Pamuk como ella hizo.

Siempre tenía ganas de ir a la playa. Aunque fuesen las 21h. De bañarse aún en invierno. Con esa peña de 'La Escalerona' que la ayudó a superar la pérdida de mi tía y que ayudará a mi padre con la suya.



Hoy hace un mes y dos días.
anoche soñé con ellaYo iba corriendo, en una carrera, por la costa, podría ser desde mi querida La Maruca hasta el faro, o en Asturias. Hacía sol, pero iba con chandal largo. Tenía el mar a mi izquierda y el sol a la derecha, y pasaba la vista del acantilado al verde. Y a ella, que me animaba. Me gustó: sabía que soñaba, pero fue tranquilizador.

Animaba como en las carreras de patinaje. Decía: vamos, tú puedes, sigue. Como aquella vez en Lliçá d'Amunt dando vueltas a la pista en aquel campeonato de España de patinaje adonde Rogelio quiso llevarme y un autobús nos condujo tras muchas horas, en el curso de 3º de la ESO. Como tantas veces que nos animaba a seguir. En las carreras das vueltas aunque hay una meta. La vida nos lleva hacia adelante. Y echar la vista atrás es bueno a veces que dijo Karina.



El 10 de octubre hará 10 meses.
Estábamos todos muy contentos porque me ofreciesen trabajo en un gran hospital en Barcelona. Y resulta que pequeños errores pueden ser muy importantes para algunos y no me renuevan. Pero, como leí en un libro de Isabel Allende, Todo sucede por una razón. Así que será porque debía ser así.

¿Sabéis aquello de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno? Pues eso me ha pasado a mí con un hospital que está creciendo donde me parece que voy a tener grandes posibilidades para ser yo y hacer igual de bien mi trabajo. Espero que ella vea cómo disfruto del coche y de un nuevo sitio.


Saludos, cuidaos mucho. Nos vemos en la C58.