miércoles, 21 de noviembre de 2007

Información y comunicación

El Código de Ética y Deontología Médica de España dice muchas cosas. Pero no puedo dejar de destacar esto:

"... la información deberá ofrecerse al paciente de modo que no resulte perjudicial para el enfermo..."

¿Cómo que "de modo que no resulte perjudicial"? A veces esto tiene que ser harto difícil. ¿Y si lo que tienes que decir es algo 'gordo'? Tal vez el paciente se lo espere, pero no por ello dejará de ser duro saber que debes operarte de algo o conocer que conlleva sus riesgos y que existen complicaciones por muy buenas manos en las que estés. A veces creo que será incluso más duro decirle determinadas cosas a un familiar


La Ley de autonomía del paciente y de documentación clínica dice también muchas cosas. Pero destaco éstas:

"La información será verdadera, comprensible y adecuada a las necesidades del paciente y le ayudará en la libre toma de decisiones"

Y me gustaría resaltar aún más esa forma de tomar decisiones: "libre". No sé cómo será de libre si lo más probable es que le estés descubriendo un mundo nuevo al paciente. Como dijo López Lara (que me da Oncología y Medicina Paliativa), es como si vas a comprarte un coche y no tienes ni idea y te fías de las ventajas que te dice el vendedor de los automóviles que tenga. Ya no estás siendo libre.


Debes contarle todo al enfermo. Primero, por deber moral. Segundo, por deber legal. Y tercero, para prevenir una demanda. Pero, en ningún caso, debe actuarse para cubrirse las espaldas, si no para curarle y, si no fuera posible, aliviarle. Ahora bien, llega la Ley de autonomía del paciente y de documentación clínica y dice:

"Persiste el privilegio terapéutico sin información inmediata del médico"

Así que, después de ahondar en el derecho a la información del paciente (y en Medicina Paliativa añádase 'y de la familia'), te salen con que, 'de buenas a primeras', puedes decidir que algo no se lo contarás porque no le hará bien. Hete ahí un reducto de la medicina paternalista.


Creo que le contaré a mis pacientes lo que les pasa si quieren saberlo y sin palabras técnicas. Espero adquirir la destreza suficiente para transmitir confianza y que crean en mí para recuperarse o para prepararse para lo que venga.

martes, 13 de noviembre de 2007

Preguntar para conocer

Otro lado ‘divertido’ de las JEEM (y de cualquier reunión de cierto número de personas antes desconocidas que se precie) es el de los chismorreos. En mi caso, que alguien diga una supuesta intimidad mía a dos personas que conozco desde hace un día y medio  y con las que me llevo bien.

¿Por qué no me preguntan a mí para conocerme o, si creen que me conocen de día y medio, para confirmar o rechazar sus teorías en vez de elucubrar intentando dilucidar entre ellos si soy gay o no? Ya han visto que no muerdo.

Por otra parte, aunque esas personas a las que se dirijan me conozcan más, ¿acaso debe uno presentarse diciendo ‘hola, me llamo tal y soy cual’? Siempre digo que no voy a hacerme una camiseta poniendo lo que me gusta y lo que no. Un gran amigo me dijo que eso es como si, de buenas a primeras, vas diciendo por ahí que el pollo no te gusta con tal cosa o cocinado de tal forma. Y yo le dije, tienes razón.

Es como si tuviéramos que hacernos una ficha al conocernos: ¿alguna enfermedad importante? ¿alguna operación o ingreso hospitalario? ¿alérgico a algún medicamento? ¿a alguna otra cosa? ... ¿color preferido? ¿tendencia sexual?

A medida que nos relacionamos con las personas surgirán cosas que hagan que las conozcamos. Por ejemplo, si alguien, volviendo a la situación anterior, es alérgico al huevo; y varias personas que se conocen de hace un día comen juntas y hay huevo; el alérgico puede que lo diga o puede que no. O puede que alguien le pregunte si no le gusta el huevo al ver que no se lo come. Y entonces conozcan su alergia al huevo.

Así pues, el conocimiento nace de la experiencia. Seguro que algún filósofo lo dijo ya hace mucho tiempo.

Que los ‘conocidos recientes’ pregunten algo no me importa, lo que me importa es que no me pregunten a mí. ¿Quién mejor que uno mismo para resolver cuestiones como ésta?

lunes, 5 de noviembre de 2007

Primeras JEEM

60 personas de 23 facultades. Varios objetivos. Y muchas ganas.  Ganas de poner cosas en común. Ganas de conocer gente. Ganas de viajar (horas en algunos casos). Ganas de pasarlo bien. Ganas de 'perder' el tiempo por otros 30.000 estudiantes como nosotros.

No, como nosotros no. Ellos están tranquilamente en sus casas velando por su futuro formativo y por su futuro profesional. En cambio, nosotros, y sobre todo unos pocos de nosotros; 'prefieren' no solo velar por su propio futuro a corto y largo plazo, si no también por el de todos los estudiantes de Medicina.

Risas. Hielo. Bromas. Cánticos. Brindis. Charlas hasta tarde, íntimas o no. Líos, a veces más rápidos y otras... no tanto.
Promesas de viajes de vuelta. Ojeras. Cabezadas.

Y, no obstante, madrugón para escuchar (no para oír) interesantes conferencias, para participar en mesas redondas (en los dos sentidos), para descansar a media mañana (o no), para votar nuestros designios, para volve a liarnos la manta a la cabeza y prometer más participación.

Eso, a bote pronto, parecen haber sido mis primeras JEEM para mí. Seguro que dentro de un tiempo entiendo que esto significa aún más de lo que creo ahora. Gracias JB y, por supuesto, gracias al CO de Zaragoza.