sábado, 5 de junio de 2010

Vergüenza


Vergüenza. Farsa. Engaño. Desfachatez. Alevosía y premeditación. Corrupción. Silencio comprado. Botín. Mercancía robada. Hablo de un estreno de esta semana que llevaba meses gestándose. No he querido usar ninguna de las anteriores palabras sin pleno conocimiento y las he buscado en la rae.

Hablo de algo que me toca de cerca y que ha pringado hasta quien se supone tiene la decencia y la conciencia para no apovecharse de la desvergüenza de otros. Que ha manchado de mierda hasta los que deberían haberle denunciado o, al menos, frenado.

Pero los amigos son los amigos. Una conocida dijo el otro día algo así como que a los amigos había que ayudarles sin juzgarles. Soy de la opinión contraria. Si un amigo me pide ayuda y se trata de algo ilícito, le diré que eso está mal y que no debería hacerlo. Puede que incluso denuncie su comportamiento a quien corresponda. Está bien, yo también estoy valorando la amistad.

Lo que está claro es que si no me ha tocado a mí la situación de tener que defender a un amigo de algo ilegal como es coger unas llaves, hacer copias, devolverlas y luego robar de forma repetitiva y sin control (incluso alardeando de ello: pídeme lo que quieras que yo te lo doy) es porque me rodeo de gente honrada, siendo como soy alguien honrado. Y, por lo menos, ha estado bien saber que mis amigos son honrados. O, al menos, los que consideraba del círculo de confianza.

Ahora bien, ¿cómo hacer que paguen al menos los que robaban y los que pedían si algunos de los que pedían son los que debían haber delatado a los que entraban en vez de subirse al carro? Llevo varios días acordándome de mi profesora de Ética de 4º de la ESO y los dilemas, jerarquía de valores al completo, que nos planteaba.

Supongo que me han educado bien. Esto, al menos, también es gratificante: saber que tienes unos buenos padres.

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