domingo, 13 de junio de 2010

Nueva etapa

Hace una semana decidí que dejaba el Colegio Mayor en el que llevo casi siete años (vine aquí en octubre de 2003) y que, aunque me quede un curso ni siquiera entero; me iba a piso el próximo curso, 2010-2011. Mucho de lo que escribí en la entrada anterior tiene que ver con esta decisión.

Por una parte, no me gusta irme sin más. Me explicaré, Al principio me parecía que irme equivalía a eludir el problema que me trae de cabeza (¿para qué negar que no me afecta?) desde el 31 de mayo. Ha habido días en los que la concentración en el estudio se iba sin querer y no estaba tranquilo por cómo se sancionara y a quién.

Pero esos días pasaron y, como me dijo una persona, yo valgo mucho más que quienes robaban y que ése problema. Además, he de pensar en mí mismo, por mucho que yo sea parte de la autoridad en este ilustre edificio.

Aunque ahora mismo tampoco sé cómo terminará exactamente, lo dejaré pasar, por ahora. Una vez que mis exámenes estén estudiados, repasados y hechos estaré en disposición de enfrentarme una vez más a la hipocresía de un puñado y a la chulería y desvergüenza del líder de los borregos, el que robó las llaves y al que luego hacían pedidos.

Una acusación de quienes también son la autoridad (entre sus funciones están: "El mantenimiento del espíritu colegial y la salvaguardia del buen nombre, del prestigio histórico y de las tradiciones del Colegio" y "La colaboración con la dirección en el mantenimiento del buen orden que la vida colegial requiere, así como en la resolución de las situaciones conflictivas que pudieran plantearse")quedó en agua de borrajas porque al día siguiente algunos de ellos firmaron otro papel (así como otros cincuenta) que pasaba el chulo que decía algo así como que no le habían visto robar y que no sa había demostrado nada. Así que me cabreé, por supuesto. Hacemos esa acusación en conjunto y luego resulta que se desdicen: genial.

En resumen, nos quedamos sin sanción para el líder (o, al menos, inmediata) pero sí sanción económica para todos. Obviamente los inocentes reclaman justicia. Pero como los de verdad inocentes son muchos menos que los pringados esto es... cómo decirlo... una mierda.

Por no convivir con los numerosos cómplices que puedan quedar por aquí, comenzaré una nueva etapa, pues eso venía a contar. La etapa de dónde comprar y qué, de buscar las gangas y la calidad, de cocinar para mí. Una amiga me dijo hace tiempo que yo era muy independiente. Ella me echaba en cara que no contase a veces con ella y otras amigas. Aunque aprendí a tenerla al corriente de mis cosas, supongo que eso me vendrá bien para esta nueva etapa.

Continuará.

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