martes, 3 de noviembre de 2009

Emoción

Alguna vez nos habremos visto implicados en algo que nos emocione. Algunas personas emocionan. Una obra de teatro en vivo. Una película (por su música, las miradas de los protagonistas, su historia, ...).

Pero que me emocione un libro hasta el punto de tener que cerrarlo y dejarlo sobre la mesa vuelto del revés sólo me ha pasado dos veces en mi larga trayectoria de lector -que empieza desde que tengo memoria-.

Este fin de semana acabé un libro, no sin cierto pesar, cuya historia era muy dura y al mismo tiempo muy bonita. Mi hermano, viéndome llorar como si nada y tal vez con cierto aire melancólico, me preguntó que qué me pasaba. Le dije:
en este libro hay muchas cosas que asimilar
Pero te las cuentan sin clichés. Sin trucos fáciles. Y me vi en varias ocasiones en ese punto en el que me era necesario soltar el libro, pese a las ganas de seguir leyendo, y tomar aire.

Este libro narra la historia de una niña que se ve obligada a ser dada en adopción. Un detalle: Alemania, 1939. Ya podéis imaginar varias razones -todas muy poderosas- para abandonar -no hay otra palabra- a tu hija de 9 años. Pero esto no es más que el comienzo, pues pronto empezará la guerra y a sus (nuevos) padres y a ella, así como a sus amigos, podrá pasarles de todo. La ladrona de libros, del polaco Markus Zusak. Narrado por quien sólo podía hacerlo.


El otro libro con el lloré trataba acerca de un chico que descubre unos sentimientos que le dan miedo y por los que pone en peligro la vida de otra persona. Se llama El viaje de Marcos y es de Óscar Hernández. Y, por lo que leo, ganador del IV Premio Odisea de literatura en el año 2002. Pero no os fiéis de los premios, que hay ejemplos inmerecidos en muchos de ellos.


Ya he cogido otro libro. No me cuesta nada evadirme con historias que sucedan hace cicuenta años o anteayer a diez minutos de mi hogar o a seis mil kilómetros. Lo sé. Y me encanta.

3 comentarios:

Alhy dijo...

Yo, como soy hiperemotiva y sinestesica por naturaleza, me emociono muchisimo. He sentido impulsos, no sólo de apartar el libro de mi y distanciarme de el, como si fuera un arma o un mal recuerdo, sino de meterlo en el congelador, abrazarlo, rociarlo con perfume, enmarcar un pasaje concreto...

Libros que me han tocado aún más la fibra:

* Cartas a un joven poeta, Rilke
* La insoportable levedad del ser, Milan Kundera
* La soledad de los números primos, Paolo Giordano
* El libro de los abrazos y Patas arriba: la escuela del mundo al revés, Eduardo Galeano
* El pricipito, Antoine de Saint Exupery
* La historia interminable, Michael Ende
* Rayuela, Cortaza
* Tokyo Blues, Murakami

Y ya corto y cierro. Pero la lista es neverending :P

Kisses emotivo-literarios ***

Favio dijo...

Entiendo que es eso de nunca querer soltar un libro, de querer expandir su contenido y mensaje hasta el infinito y hacer esos personajes eternos, aunque no entendamos que ya son más poderosos de lo que parecen..

mi lista:

* El tunel y Abadón, el exterminador, Ernesto Sábato
* Un amor de Swann: Marcel Proust
* Demian (Historia de la juventud de Emil Sinclair), Herman Hesse
* El Aleph, Jorge Luis Borges
* El Evangelio según Jesucristo, José Saramago
* Cien años de Soledad, Doce Cuentos Peregrinos y La increible y triste historia de la cándida Herendira y de su abuela desalmada, todos de Gabriel García Márquez
* El perfume, Patrick Suskind

muchos más, pero tiene razón Alhy, la lista es como la historia de Atreyu y Bastian

un abrazo
:)

A. dijo...

Vaya, muchas gracias por vuestras listas. Aquí quedan para futuras lecturas :) La verdad es que la lista puede ser interminable. Pero, últimamente, los que más me han llegado a la patata son esos.

Por supuesto, también puedo añadir The nerverending story y Le petit prince, libros que por más que lees siempre parecen nuevos. De El perfume la verdad es que también guardo un recuerdo especial.

Saludos.