martes, 17 de marzo de 2009

Un yo que no acude

Hoy en día quienes proporcionan una impresión única y, en conjunto, buena (pues parece que la simplicidad es una virtud), son quienes se mantienen en equilibrio en el centro de la corriente. (Al momento veo los peces con la cabeza vuelta en una dirección; y el torrente precipitándose en otro torrente más allá.) Canon, Lycett, Peters, Hawkins, Larpent, Neville: todos son peces en medio de la corriente. Pero , entiendes, , mi yo, quien siempre acude a la llamada (sería una experiencia lacerante llamar y que no acudiera nadie; eso vaciaría la medianoche, y explica la expresión de los ancianos en los clubs: han dejado de llamar a un yo que no acude), tú entiendes lo que decía esta noche me representa tan sólo de forma superficial. En mi fuero interno, en el momento en que soy más diverso, también es cuando estoy más integrado.Simpatizo efusivamente pero también me siento como el sapo en su agujero, dispuesto a recibir lo que venga. De los que ahora estáis hablando de mí, muy pocos tenéis la doble capacidad de sentir, de razonar. Por ejemplo, a Lycett le gusta la caza de la liebre. Hwakins ha pasado una tarde de lo más industrioso en la biblioteca. Peters a su damisela en la biblioteca circunlante. Estáis todos comprometidos, arrastrados y sois plenamente activos hasta el límite de vuestras posibilidades: todos excepto Neville, cuya mente es demasiado compleja para ponerse en movimiento por una sola razón. También yo soy demasiado complejo. En mi caso, hay algo que sigue flotando, sin comprometerse.


Fragmento de Las Olas, de Virginia Woolf.

No hay comentarios: